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China, Japón, Trump y la intervención de Francia: Los que quedaron en el camino del cable submarino adjudicado a Google
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Las primeras intenciones de instalar un cable submarino que transmitiera datos desde Chile a Asia, fueron a inicios de los 2000. Hasta entonces, era una idea casi académica.
Pero fue en los segundos gobiernos de Michelle Bachelet y de Sebastián Piñera donde se hicieron los esfuerzos más concretos, cuentan ex autoridades de Gobierno.
En 2017, la empresa china Huawei fue la primera en explorar en serio esta disponibilidad, con un estudio de pre-factibilidad. El destino final del cable sería China. Pero de inmediato sonaron las alarmas en EEUU, y entonces fue un aliado de Washington el que se puso en el camino de la gigante China de las telecomunicaciones. La nipona NEC por ese mismo tiempo hizo otro estudio de prefactibilidad.
En 2019 se decidió encargar, vía licitación, un estudio para el cable. Fue el consorcio de Telecommunications Management Group Inc. (TMG) y WFN Strategies LLC. (WFN), quienes por US$ 2,9 millones, hicieron los análisis. En ese entonces surgió la idea de incluir a Brasil y otros países de la región en el proyecto, pero no tuvo éxito ni mayores avances.
El punto critico de todo fue la administración de Donald Trump y su guerra comercial con China, apunta un conocedor del sector. El secretario de Estado, Mike Pompeo, vino a Chile y se reunió con la ministra Gloria Hutt y la subsecretaria de Telecomunicaciones, Pamela Gidi. “El cable no puede pasar por China, de ninguna manera”, les habría dicho. En el Ejecutivo le respondieron que si querían eso, debían poner sobre la mesa una propuesta.
Y ahí apareció Google. El gobierno de Estados Unidos incidió directamente en la firma tecnológica, la que además ya se encontraba construyendo una red global de cables. Y Google se sentó a conversar con Desarrollo País para fijar las condiciones y detalles del cable.
El gobierno de Chile, por su parte, incidió en las “branching units”, que son las ‘cajas’ para conectar las islas de Pascua y Juan Fernández, y se gestó el acuerdo final: dos pares de fibra óptica hasta Australia, que se pueden extender a dos más. Eso sí, actualmente toda la capacidad de Chile cabe en dos pares.
Al mismo tiempo, Google subcontrató para construir el cable a SubCom, una de las tres más grandes en esa materia (las otras dos son NEC y Alcatel Submarine). El acuerdo final, si bien en lo técnico es entre Google y Desarrollo País, fue muy influenciado por los gobiernos, recalca un actor de la industria, porque Chile acordó condiciones con Google y también sumó a la Polinesia Francesa, por ende a Francia, que finalmente apoyó el acuerdo.
El rol de la Polinesia Francesa, y por ende de París mismo, es clave. Originalmente se había pensado hacer el cable sin pasar por aquellas islas de Oceanía, revelan conocedores. Pero autoridades de ese país vinieron a Chile a negociar y pidieron ser incluidos. Con eso, se aseguraron el apoyo del gobierno de Francia: ahora eran Estados Unidos, Francia y Chile empujando el cable. No había competencia para el resto de los interesados y el cable bautizado como Humboldt, quedó en manos de Google.
Eso sí, el lobby chino nunca se detuvo, en manos del propio embajador en el país, quien fue en muchas ocasiones a conversar a la Subtel. Fuentes de la industria no descartan que se construya un segundo cable, esta vez directamente a China, pero de anunciarse, sería hacia el final del Gobierno.